Más allá del escepticismo y de toda el aura esotérica que existe alrededor de los videntes, su existencia y su eficiencia son innegables. Una duda muy frecuente es si una persona puede aprender a ser vidente, y la realidad es que no es algo que se pueda aprender, sino que es algo con lo que se nace.
Las personas con la capacidad de la videncia, muchas veces, deben aprender a controlar sus visiones y sus percepciones extremas, pues en muchos casos hasta son involuntarias. Con disciplina, un vidente puede llegar a utilizar sus capacidades para ayudar a otros a mejorar su calidad de vida. En otros casos, la videncia sigue siendo espontánea e imprevisible, y esto puede llevar a un modo de vida totalmente trastornado.
Los videntes en la vida civil
En muchas sociedades, existen videntes que colaboran con los equipos de investigación y seguridad. Por ejemplo, frente a las desapariciones hay personas capaces de percibir energías o interpretar indicios del estado y la localización de esa persona. Cuando un testigo o algún acusado presentan declaraciones controversiales, un vidente puede lograr hallar la verdad para esclarecer una situación confusa.
En ocasiones, las víctimas de agresiones, que se encuentran en estados de shock que los imposibilitan de expresarse, pueden utilizar la ayuda de un vidente como impulsor, o establecer un canal de comunicación desde lo más espiritual y sensorial, que es lo que un vidente percibe, y una persona común ignora a simple vista.
